El orfebre zaragozano Fernando Piró ha usado oro puro y piedras preciosas donadas a la basílica para renovar la pieza
Los expertos piden un plan integral de restauración para las pinturas del Pilar
«Lo que hay que tener en cuenta a la hora de restaurar una pieza antigua es que tú no eres el primero que ha intervenido en ella y tampoco vas a ser el último».
Fernando Piró. Orfebre.
Lo dice el orfebre zaragozano Fernando Piró, que se ha encargado en los últimos meses de restaurar el resplandor de la Virgen del Pilar, una obra maestra de la joyería aragonesa del siglo pasado que necesitaba ya una ‘revisión médica’ que sanara sus heridas. Y en su frase se revelan ya las claves de su trabajo: respeto por lo anterior, pero eliminando lo equivocado; y también respeto mirando al futuro, planteando intervenciones con mimo y distinguibles para facilitar el trabajo al restaurador que inevitablemente llegará en el siglo XXII para ocuparse de la pieza.
La Virgen del Pilar de Zaragoza recupera el resplandor de su corona
Este orfebre de larga trayectoria confiesa que cuando recibió el encargo del Cabildo Metropolitano de Zaragoza no durmió bien durante unos días.
«Se trata de un trabajo de muchísima responsabilidad. Es el resplandor que lleva a diario la Virgen, el icónico, y hasta que no desmontas una pieza así no eres del todo consciente de cuáles son sus problemas y ‘enfermedades’. Desmonté el resplandor, lo estudié todo bien, elaboré un informe para el Cabildo, me lo aprobaron e inicié la tarea. Obviamente, tuve que retrasar otros trabajos porque había que llegar a tiempo al 1 de mayo«.
La talla luce ya su renovado resplandor y está atrayendo las miradas de todo el mundo en estos primeros compases del Mes de la Virgen. Pero, ¿qué problemas sufría la pieza?
«Este es el resplandor que viste la Virgen a diario, salvo en cuatro fechas al año, el 2 de enero, cuando se conmemora la Venida de la Virgen a Zaragoza; el 19 de mayo, aniversario de la Coronación; el 12 de octubre, día del Pilar; y el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada. En estas ocasiones la imagen lleva el otro resplandor, el de la Coronación –relata Piró–. Aunque no lo parezca, son muchos cambios: este tipo de piezas están pensadas y diseñadas para colocarlas sobre la imagen, una vez terminadas, y no moverlas ya nunca. Este es un resplandor con mucho movimiento».
El arquitecto Teodoro Ríos lo diseñó y los orfebres Lacruz, sucesores de Aladrén, lo realizaron en 1954. «Al tener que ir combinado con la corona del siglo XVI, su diseño tiene un regusto clasicista. Sin responder a formas renacentistas, sí tiene un aroma neoclásico».
«El resplandor está hecho de fundición, cuando lo normal en una pieza de estas características es realizarla en repujado –añade el orfebre–. Se desmonta en ocho piezas, que fueron soldadas entre sí, y pesa ocho kilos, cuatro de ellos del resplandor propiamente dicho, y el resto de una pieza trasera de hierro, donde los ocho sectores están sujetos, y donde está el gancho que sirve para anclarlo en su sitio. En sus casi 70 años de historia no había sido restaurado, aunque sí se le había hecho alguna reparación de urgencia, soldando con estaño, en lugar de oro, lo que no es apropiado. Este defecto lo he corregido».
Fernando Piró asegura que la restauración le ha obligado a echar mano «de todos mis conocimientos».
«El resplandor había perdido la punta de uno de sus 88 rayos y tres pequeñas piezas de la zona interna –añade–. He repuesto esos elementos, marcándolos; he reforzado las zonas en las que se advertían ya problemas de tensión, he limpiado todos los elementos en profundidad y al final le he dado a todo un baño de oro de 18 quilates para unificar el color de la pieza«.
El resplandor fue realizado en su día con el oro y las piedras preciosas donadas a la Virgen del Pilar. «Hay diamantes en talla brillante, talla princesa y talla antigua; y algunos zafiros, aguamarinas, esmeraldas y rubíes». Apenas había perdido a lo largo de las décadas alguna piedra pequeña, que ha sido repuesta, también, con donaciones al joyero de la Virgen.
«Aparte del cuidado con el que he trabajado, usando técnicas tradicionales, todos los materiales empleados han sido de primerísima calidad, como correspondía. Todo es poco para la Virgen del Pilar, no se le puede escatimar nada«.
Nacido en Valencia en 1972, Fernando Piró pertenece a una de las dinastías históricas de la orfebrería española. El taller valenciano Piró tiene más de 100 años de historia y hoy lo encarna la tercera generación familiar. Fernando, casado con una zaragozana, abrió taller en la capital aragonesa en 1996, que luego trasladó a Puerta Cineja, y a las calles de Costa y de Ponzano. En 2018 cerró, pero hace cinco años abrió su estudio actual en la calle de Rufas. «El oficio de orfebre engloba muchos otros -asegura-. En mi taller todo lo hago yo: cincelo, repujo, doy baños de oro, monto en torno y hago los engastes. Como lo hago todo, no puedo aceptar encargos de piezas grandes». El pasado miércoles por la noche, cuando los canónigos volvieron a colocar el resplandor sobre la corona de la Virgen, Fernando Piró lo contempló con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Mariano García