El Camino de Santiago se enmarca en una tradición cultural y religiosa fuertemente vinculada a la Virgen del Pilar.
La leyenda que situaba la tumba del apóstol Santiago en los confines del mundo y su hallazgo en la Península Ibérica, forjó el inicio de la corriente peregrina que ahora denominamos el Camino de Santiago. La peregrinación a Santiago permitió reforzar la vinculación del norte peninsular con Europa, la formación de núcleos urbanos y la cohesión de territorios. El camino atraviesa los lugares donde nació Aragón, como condado dependiente del Imperio Carolingio en torno al año 800; asimismo, permitió la construcción de puentes, monumentos y edificios y grandes aportaciones económicas.
Además del Camino francés o vía tolosana, otras vías llevaban hacia Santiago de Compostela atravesando Aragón, como el Camino Jacobeo del Ebro, el del Maestrazgo o el que recorre el somontano pirenaico, confluyendo todos en el Valle del Ebro y enlazando con el Camino de Logroño.
El llamado Camino francés, prolongación de la Vía Tolosana, cruzaba los Pirineos procedente de Toulouse. La construcción del hospital de Santa Cristina y el hecho de que Jaca se convirtiera en capital de Aragón y uno de los centros urbanos principales del Pirineo, hicieron que el camino se derivara por esta ruta desde el siglo XI. El camino francés a su paso por Aragón vive su esplendor en los siglos medievales y cae en abandono a partir del siglo XVI. Hoy la rama aragonesa del camino francés o histórico sigue siendo la misma gracias al trabajo de de estudiosos o el interés de ciertas instituciones y asociaciones de amigos del camino durante el siglo XX. En 1987 el Camino de Santiago es declarado por el Consejo de Europa «Itinerario Cultural Europeo» y seis años después la UNESCO le concede la categoría de Patrimonio Mundial.
*Fuente para elaborar esta información: José Luis Ona, Guía del Camino Jacobeo en Aragón