Las imágenes tomadas con drones revelan afecciones más allá de los últimos desprendimientos.
El Cabildo encarga un proyecto para restaurar las cornisas del Pilar tras los últimos desprendimientos
El estudio encargado por el Cabildo sobre el estado de las cornisas del Pilar confirma daños que obligarán a intervenir en las cuatro torres del templo. El análisis piedra a piedra de los vídeos tomados con drones, en el que se sigue trabajando, ha revelado “muchas más cosas de las que se veían a simple vista”, según avanza Guillermo Jariod, técnico de la basílica.
En un principio se creía que el problema afectaba únicamente a una o dos torres, pero finalmente se ha visto que no es así. De acuerdo con el deán del Cabildo, Joaquín Aguilar, solo de la más cercana al Ayuntamiento –vallada desde septiembre– se habrían conseguido más de 1.200 imágenes. “La situación, en algunos puntos, es muy delicada. Hay partes en las que la cornisa está muy desgastada”, reconoció.
El propio Consistorio actuó semanas antes de las Fiestas del Pilar de forma subsidiaria como medida de prevención y seguridad colocando una valla de un color similar al del templo que no se retirará hasta que no existan “unas garantías absolutas”, según confirmaron ya a finales de 2022 desde el área de Urbanismo. También urgió al Cabildo a revisar todas las fachadas, como actualmente se está haciendo y, tras una revisión, retiró una pieza de alrededor de 40 kilos –que previsiblemente volverá a ser colocada en el proceso de restauración–, además de todos aquellos elementos susceptibles de caer al suelo.
Imágenes de los daños que obligan a intervenir en las cuatro torres del Pilar
Para conseguir una imagen completa del templo se han hecho dos vuelos con drones con ayuda de los Bomberos, una operación a más de 30 metros de altura que requirió del permiso del Ministerio del Interior, que tuvo que dividirse en dos días a consecuencia de la niebla y que dejó decenas de gigas de valiosa información. El primero se efectuó el pasado 8 de diciembre y el segundo, días antes de terminar el año.
Esta técnica, que obligó a cortar por unas horas parte de los accesos a la basílica, ha permitido conocer el estado de las torres como nunca antes, haciendo posible una ‘radiografía’ al detalle de cada uno de los puntos de interés.
A falta de terminar el estudio, se cree que serán necesarias “al menos media docena de actuaciones diferentes” para reparar todos los desperfectos. “Se ha visto un poco de todo. Hay piedras que están afectadas por la climatología y otras en las que el problema viene de los anclajes de la piedra y el paramento de ladrillo. Al ser metálicos van perdiendo sus propiedades; se expanden y se dilatan y eso también provoca fracturas“, expresó Jariod.
Las sucesivas caídas de cascotes y areniscas –primero en la torre de Santa Leonor y tiempo después en la más cercana a la Casa Consistorial– no hacían presagiar nada bueno. Aunque en un principio se habló de episodios aislados, el Ayuntamiento y la Iglesia no tardaron en ponerse en alerta, ya que, desde esa altura, cualquier elemento, por pequeño que fuera, podía terminar provocando daños de gravedad. “La situación nos ha obligado a intervenir y el estudio que se ha hecho ha descubierto la realidad”, expuso ayer Aguilar. La intención, completó, es utilizar un tratamiento “que ya se aplicó a la catedral de Sevilla y a la de León”. “Consistiría en solidificar. En lugar de echar algo encima, se utilizarían productos que ‘crearían cuerpo’ y evitarían los desprendimientos”, agregó.
Los plazos, por concretar
Por el momento no hay fecha para empezar las obras, aunque el propio deán confirma que “se está trabajando intensamente”, ya que, al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), cualquier actuación requerirá del visto bueno de la comisión provincial de Patrimonio del Gobierno de Aragón, cuestión que terminará marcando los plazos. Se cree, en todo caso, que las labores podrían llevar meses, ya que se trata de un trabajo en altura sujeto a las inclemencias del tiempo. “En poco tiempo esperamos tener establecido el tratamiento para cada piedra. Entonces sabremos dónde y cómo habrá que montar los andamios”, agregó Guillermo Jariod.
Desde el Cabildo ven imposible precisar por ahora qué presupuesto será necesario para adecuar las cornisas, una incógnita que se resolverá una vez que se conozcan con exactitud todos los puntos de intervención, pendientes del informe definitivo.
La exposición al fuerte cierzo del Valle del Ebro, las altísimas temperaturas que se alcanzan en verano –con máximas de más de 40 grados cada vez más habituales– y el frío del invierno, con unas mínimas cercanas o inferiores a los cero grados, explicarían, en buena medida, los achaques que sufre el templo. Todos estos elementos, indican los expertos, han hecho que la arenisca esté en exfoliación, lo que hace que haya fragmentos que se desprendan con mayor facilidad.
Se trata de una realidad que puede verse a simple vista, como se aprecia en la imagen que acompaña a esta información. Esta no será, en todo caso, la primera vez que se tenga que intervenir en las torres, ya que en 2007 tuvo que actuarse en la más antigua –la de Santiago–, lo que requirió de una inversión de dos millones y medio de euros.