El retablo mayor del Pilar reluce de nuevo con esplendor

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Las labores de reparación, después de la bomba que estalló en 2013, devuelven la obra renacentista de Forment a los fieles.

retablo del pilar tras la restauracion
El impresionante retablo de Damián Forment ya puede verse en la basílica del Pilar tras su restauración.

Ya se ha despejado el imponente retablo mayor del Pilar y vuelve a brillar con todo su esplendor. A finales de diciembre de 2022, esa auténtica y deslumbrante joya renacentista de la basílica del Pilar se cubría cuidadosamente y se colocaban unos andamios con el objetivo de limpiar de polvo y subsanar los desgastes del transcurso del tiempo en este conjunto escultórico, un tesoro patrimonial que realizó el artista levantino Damián Forment a lo largo de casi una década: entre 1509 y 1518.

La implicación de Damián Forment fue absoluta: adelantó casi un año el plazo de ejecución. Este ritmo acelerado en el trabajo lo provocó la llegada a Zaragoza del joven monarca Carlos I, que visitó el Pilar y otros espacios. El Cabildo aprovechó para adecentar el retablo recién colocado y organizar una fiesta a lo grande con trompetas, pólvora y fuegos artificiales.

Ya en 1993, como informaba HERALDO, se había efectuado una tarea semejante de restauración del retablo: se quitaron muchos kilos de polvo y de suciedad y se consolidó con un valor entonces de unos 50 millones de pesetas (300.000 euros). Si entonces, la operación fue ambiciosa, ahora parecía no serlo tanto: un cartel instalado junto al cepillo de peticiones recordaba el alcance de este plan: 50.000 euros.

En esta operación llevada a cabo durante un par de meses al menos había un detonante previo: la bomba que estalló sin graves consecuencias del 2 de octubre de 2013. La habían fabricado los chilenos Francisco Solar y Mónica Caballero con una bombona de camping-gas. La explosión afectó a algunos barnices y a unos bancos, pero se ha trabajado a fondo en el retablo para que esté más reluciente. Como ha escrito en estas páginas Juan Antonio Gracia, la intervención afectaba al espacio celebrativo del culto litúrgico.

“Es verdad que el gran retablo de Damián Forment no es el ara ni la mesa de piedra sobre la que se celebra la eucaristía y bajo la que se halla el sepulcro del obispo San Braulio, pero es parte ornamental importantísima de un único conjunto artístico de inusitada belleza levantado por el pueblo cristiano para celebrar su fe y alabar a su Dios. Y si, como vienen diciendo con insistencia los últimos papas, la belleza, el arte y la música son camino de evangelización, bienvenida sea la operación emprendida hace escasos días en el gran retablo del altar mayor catedralicio”, decía.

El retablo se trabajó en alabastro policromado de Escatrón (Zaragoza) y rinde homenaje a la Virgen de la Asunción. Para su construcción fue clave el apoyo y la aportación económica del Fernando el Católico y de su segunda esposa Germana de Foix, que aportaron cuatro mil escudos de la época al proceso.

El retablo mayor es muy rico de composición y de figuras en relieve, y destaca por la exuberancia de su puesta en escena. Damián Forment, que también trabajó en Huesca, logró aquí una de sus obras maestras. Y ahora refulge como lo hacía a diario.

Ecos familiares y otros guiños autobiográficos

Carmen Morte es una de las grandes estudiosas de este período y de un artista como Forment, del que se dijo que había nacido en Alcorisa (Teruel). Escribió la investigadora: “El recorrido por algunas de las imágenes menos visibles del retablo es preciso iniciarlo por la de Forment y la de su esposa, Jerónima Alboreda, colocadas en sendos medallones flanqueando el panel principal del sotabanco. Si con esto hubo una intención de religiosidad y piedad, también es cierto que el escultor quiso trasmitir un mensaje más sutil“, anota Morte.

“En el retrato de su esposa, representada con la cabeza cubierta por una toca, se destacan los valores de la perfecta casada y las virtudes que la adornan se significan con ramas y hojas de rosal, que explican los rosarios de cuentas colgados“, apunta la experta, y dice que “su autorretrato es un exponente del culto a la fama y a la personalidad del artista. Se representa de una edad de poco más de treinta años, con tocado a la moda de la época, compuesto por gorra y cofia de red que envuelve el cabello”. Ahora, el retablo tan admirado, recobra de nuevo la normalidad.

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