Los trabajos incluirán el interior de las cuatro torres, muy afectado por las palomas.
Heraldo de Aragón

La restauración en el Pilar va a ser más ambiciosa de lo que se preveía y los trabajos no se limitarán a las cornisas del exterior de las cuatro torres, sino que también afectarán al interior de las mismas, por un grave problema que la plaza arrastra desde hace décadas: las palomas. Ni las medidas físicas de protección tomadas en las últimas restauraciones, ni el control del número de aves asumido por el Ayuntamiento, ni siquiera el halcón al que se le puso un nido en la torre de Santa Leonor han podido evitar que las palomas sigan causando daños.
Javier Ibargüen, el arquitecto encargado del proyecto de restauración, entregará en los próximos días al Cabildo el proyecto de ejecución (la Comisión Provincial de Patrimonio del Gobierno de Aragón aprobó hace semanas las últimas modificaciones del proyecto inicial) y este procederá a buscar la empresa que realizará las obras. Antes de iniciarlas se solicitará permiso al Vaticano, algo que en teoría es un mero trámite, pero de obligado cumplimiento.
Según las previsiones del arquitecto y el Cabildo, los andamios podrían a empezar a montarse a finales de octubre o principios de noviembre, una vez pasadas las fiestas del Pilar y el espectáculo del Monumental Tour previsto para el 25 de octubre.
«Estructuralmente las torres están bastante bien, pero los últimos estudios realizados han sacado a la luz otros problemas, además de los desprendimientos de las cornisas, que es necesario atajar», señala el canónigo José Antonio Calvo. «Lo principal es tomar las medidas adecuadas para que las palomas no puedan volver a entrar en las torres».
«Salvo la torre del ascensor, las otras tres presentan un interior en penosa situación –subraya Javier Ibargüen–. Las palomas entran por todos los lados y anidan allí. Las cuatro torres se restauraron en distintas fases en los años 2004, 2007 y 2010, pero las medidas que se adoptaron entonces no han sido efectivas. Por eso la propuesta que hemos presentado es intervenir en las cuatro. Para que los trabajos causen los menores efectos posibles en el uso de la plaza, nuestra propuesta es intervenir ahora en las dos de la fachada principal, y acabar su restauración antes de las fiestas del Pilar de 2025. Tras ellas se acometería la recuperación de las dos que dan al paseo de Echegaray y Caballero».
Los problemas en la basílica se remontan a finales de septiembre de 2022, cuando hubo desprendimientos de algunos elementos de las cornisas de las torres. Tras estudiarse la situación del templo, la empresa GJG Ingeniería recibió el encargo de realizar la restauración y en junio de 2023 empezó a instalar los andamios. Sin embargo, la operación se suspendió apenas unas horas después, porque el Cabildo quiso reorientar el proyecto y contactó con el arquitecto Javier Ibargüen, especialista en restauración, responsable en los últimos años de la recuperación de algunos de los más importantes monumentos históricos de Aragón. Ibargüen ha redactado un nuevo proyecto, que es el que se va a ejecutar. En el anterior se establecían un plazo de dos años de obras y un presupuesto de tres millones de euros, y en el actual el plazo es el mismo pero no se ha revelado el presupuesto final.
El Ayuntamiento de Zaragoza ha creado una comisión de seguimiento que presta asesoría técnica y medios auxiliares a la propiedad de la basílica para ejecutar los trabajos.
En cuanto el problema inicial de los desprendimientos, Javier Ibargüen tiene clara la solución, que consiste en fijar sobre las cornisas una chapa metálica que las fije.
«Es una solución que se conoce ya desde hace tiempo y que evita los problemas. En el caso de las torres del Pilar, las cornisas de las torres son ya en su mayor parte mortero de restauración, no piedra, y por eso la solución de protegerlas con chapas de zinc o de plomo es lo más idóneo. Así se ha hecho en la portada barroca de la catedral de la Seo o en la portada de Santa Engracia y ha dado buenos resultados».